jueves, 14 de febrero de 2008

Cuidados del Cutis

Los procedimientos básicos para llevar a cabo un cuidado correcto y natural de la piel son tres: limpiar, tonificar e hidratar. Además, hay que ejercitar los músculos faciales.

Sin embargo, el primer paso para cuidar correctamente nuestra piel es aprender a reconocer a qué tipo pertenece, ya que sólo así podremos seleccionar qué cuidados precisa.

Cutis normal: La piel normal, denominada también «eudérmica», es flexible, fina, tersa y muy suave, siendo la más parecida al tacto a la de un niño. Presenta unos poros diminutos, muy cerrados, lo que impide la formación de espinillas o puntos negros. No es ni muy seca ni muy grasa, resultando ligeramente más grasienta en la nariz y la barbilla.
Este tipo de cutis es propio de personas cuyas glándulas funcionan correctamente, con un sistema circulatorio regular y un metabolismo equilibrado; en definitiva, es la piel de una persona cuyo organismo funciona con plena normalidad. Es decir, desgraciadamente, el menos frecuente de todos los cutis.

Cutis graso: Esta clase de piel es gruesa, ligeramente brillante y grasienta. En la mayoría de los casos presenta poros dilatados, en los que, debido a la elevada producción de sebo,
tiende a formar puntos negros y granos, particularmente en las aletas de la nariz y en la frente. Su color es a menudo ceniciento, a consecuencia de recibir un riego sanguíneo deficiente. Entre las posibles causas de una piel grasa cabe citar el estreñimiento, algún tipo de desequilibrio hormonal y una alimentación rica en grasas, condimentos y picantes.

Cutis seco: La piel seca presenta un aspecto tirante, falto de lustre y con poros finos. Es muy sensible a los cambios de temperatura, apareciendo con frecuencia enrojecida. Debido a la escasa producción de grasa y humedad cutáneas, a menudo se forman arrugas prematuras. Un cutis seco puede ser producido a causa del uso de jabones detergentes, aguas alcalinas, climas secos y ventosos, falta de vitaminas, y el alcohol, tabaco y café.

Cutís mixto: Esta clase de cutis tiene zonas secas y otras grasas. Es típica la zona en forma de T en la cara: la frente, la nariz y el mentón con piel grasa; la zona alrededor de los ojos y la boca, y el cuello, con piel seca.

Al menos el 50% de los cutís tienen este tipo de piel, en mayor o en menor proporción.

Cutis sensible: El cutis sensible tiene una textura de piel fina, seca, de tonalidad blanco-rosácea. A menudo posee diminutas venas marcadas en las mejillas y la nariz, que se alteran con los cambios de temperatura. Éstas se deben a la dilatación de los capilares, que en determinados casos llegan a romperse, haciéndose entonces muy visibles. La piel sensible o delicada es propia de personas emotivas, pelirrojas o muy rubias.

Cutis acnéico: Sobre todo en la pubertad. Es un trastorno funcional de la piel debido a los cambios hormonales, que se traduce en una excesiva producción de sebo que obtura los poros y origina puntos negros e impurezas, sobre todo en la cara y la frente.

Este problema puede durar años, y para paliarlo es necesario seguir algunas normas: jamás apretar las espinillas con las uñas, no usar maquillajes espesos, e incluir en la dieta muchas frutas y verduras frescas.

Cutís marchito: La piel empieza a resecarse y a ajarse al envejecer, al mismo tiempo que el proceso regenerativo se hace más lento. Su pigmentación presenta a menudo manchas en los párpados y las sienes, y las arrugas se marcan de forma notable.

El proceso de envejecimiento —algo por lo que todos debemos pasar— es inevitable, pero sus efectos pueden paliarse en parte con una dieta equilibrada, algo de ejercicio y, sobre todo, adoptando una actitud positiva hacia la vejez.

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